Los Topuria: De las madrizas al estrellato

 hay historias que se cuentan solas, pero la de Ilia Topuria y su familia no es una de esas. Esta historia se cuece aparte, como los frijoles de olla en domingo. Y no es nomás porque Ilia sea uno de los meros meros en la UFC, sino porque detrás del guante y el trancazo, hay una familia que se rifó como los grandes para salir del hoyo. HBO Max se aventó un documental que no es cualquier cosa, se llama "Los Topuria", y déjame decirte que no es puro cuento. Aquí no hay actores ni mamadas: es sangre, sudor y familia.

Los Topuria (imagen: koalacarrera.com)

Esta serie documental llegó con todo a HBO Max España el 21 de junio de 2025 y se metió directo al octágono de las mejores historias del año. No es de esas bios sosas que nomás echan flores; aquí se mete hasta la cocina, se rasca donde pica y se cuentan las netas, crudas y sin filtro. Es un retrato a tres cámaras de lo que significa rifártela desde abajo, desde que Ilia era un morrillo que llegó con su familia desde Georgia hasta convertirse en el ídolo que es hoy.

El barrio lo respalda

Desde morrillo, Ilia Topuria traía hambre... pero no nomás de comida, sino de gloria. Nacido en Alemania, criado en Georgia y hecho luchador en España, este cuate tiene más raíces que una bugambilia en el patio. Cuando su familia llegó a Alicante, no traían ni para el camión. Pero con eso de que traían más ganas que miedo, se rifaron a chambear, a entrenar, y a no rajarse.

Ilia, desde morro, fue un tiro. Y lo más chido es que su carnal, Alex Topuria, tampoco se queda atrás. Juntos fundaron el Topuria Team, un gimnasio donde entrenan y enseñan MMA, como quien reparte tortas de jamón, pero de madrazos bien dados. Estos vatos no son cualquier familia: son una tribu. Y eso se nota en cada escena del documental, donde se ve cómo se apañan, se empujan, se abrazan y se tiran paro entre todos.

HBO Max le pone la lupa

Ahora sí que HBO Max se rifó. Esta serie no es como las demás, porque se nota que detrás hay producción bien pensada, cámara con huevos y dirección que sabe lo que hace. Dirigida por Jorge Laplace, este documental no nomás narra la carrera del peleador, sino que nos mete hasta el comedor de los Topuria. Aquí ves cómo se construye un campeón, pero también cómo se cuece una familia en la candela de la pobreza, la migración y el machín sacrificio.

Son cuatro episodios, cada uno mejor que el otro. Se lanzaron todos al mismo tiempo, tipo para maratonearte la historia como se debe, sin pausas. Y es que una vez que agarras el primer capítulo, ya no hay vuelta atrás. Es como cuando pruebas los tacos del Don de la esquina... nomás dices: “Uno más y ya”, y ahí estás como con seis.

El gallo de la UFC

Ilia no es cualquier hijo de vecina. Este compa es el campeón mundial de peso pluma de la UFC, y está invicto. Es como si en cada pelea se jugara la renta, la dignidad y hasta el nombre de su familia. Su estilo es puro fuego: mezcla de jiu-jitsu, muay thai, boxeo y ese espíritu guerrero que traen los que se hicieron en la calle.

Cada madrazo que lanza Ilia lleva la historia de su banda, la memoria de su país, y la promesa que le hizo a su familia: “de aquí salimos, y salimos bien”. En el documental ves cómo se rompe la madre entrenando, cómo lidia con las lesiones, con la presión, con la fama, y sobre todo con el peso de representar a tantos que nunca tuvieron una chance.

Los Topuria, documental de HBO Max (imagen: www.panoramaaudiovisual.com)

Una historia que se cuenta sola… pero que nadie contó

Lo más cabrón del documental es que te das cuenta de que esta historia existía desde hace rato, pero nadie se había animado a contarla así, sin miedo, sin tapujos. En lugar de pintarlo como un dios o un santo, te lo muestran humano: un güey que también llora, que se enoja, que a veces la caga, pero que siempre, siempre se levanta. Porque para Ilia, cada derrota es lección y cada victoria, un recordatorio de que no se llegó hasta acá de puro churro.

Para los que creen que todo es suerte

Mucha banda cree que llegar a la cima es pura suerte, que se trata de “estar en el lugar correcto en el momento justo”. Pero en este documental se ve clarito que aquí hubo chingas de años, sudor de los buenos y familia que no suelta. Ilia no es producto de una racha; es fruto del hambre, del esfuerzo y de la raza que se levanta todos los días a pelearla.

En cada episodio ves cómo su familia lo arropa, cómo su hermano es su sombra y su coach, cómo su jefa se convierte en su paz. Aquí no hay estrellas solitarias; aquí hay tribu. Y eso hace que "Los Topuria" se sienta más como una lección de vida que como una simple historia de éxito.

Un documental con corazón

Otra cosa que hace chingón a este documental es que no busca el drama por el drama. No hay lágrimas forzadas ni sufrimiento barato. Lo que hay es verdad. Te presentan lo bueno, lo malo, lo cabrón y lo duro, pero sin exagerar. Como debe ser. Porque la vida no siempre es justa, pero si le entras con todo, algo sale.

Y eso se refleja en cada escena, en cada entrevista, en cada mirada entre los Topuria. Se siente que esta serie fue hecha con respeto, con pasión y con mucha, pero mucha neta.

¿Y por qué deberías verla?

Pues fácil, carnal. Porque "Los Topuria" no es solo una historia de madrazos. Es una historia de migración, de identidad, de cómo una familia se la rifa en un país nuevo, contra todas las probabilidades. Es una historia que refleja lo que muchos de nosotros vivimos o hemos visto: el compa que dejó todo en su tierra para buscar algo mejor, la jefa que no duerme por sacar a los hijos adelante, el morro que sueña con ser algo más.

Además, si te late la UFC, aquí vas a ver otra cara del deporte. No es solo ver a un vato romper hocicos. Es ver qué hay detrás de esa fuerza, qué demonios carga, qué voces calla y qué sueños persigue.

El mensaje entre líneas

En resumen, "Los Topuria" es como un puñetazo directo a la conciencia. Te recuerda que ningún logro llega solo, que detrás de cada campeón hay una historia de sacrificio, y que, aunque el mundo esté lleno de obstáculos, si tienes a los tuyos y le echas huevos, puedes llegar muy lejos.

Es un documental que, si tienes barrio, te va a pegar en el alma. Y si no, pues chance te enseña un poco de lo que es ganarse la vida a punta de esfuerzo. No es solo para fans de las artes marciales, es para cualquiera que quiera inspirarse, reír, llorar y recordar que, a veces, la vida se gana en el tercer round, cuando ya estás casi noqueado.


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