Charles Oliveira le responde a Ilia Topuria: "Muchos Ladran, Pero al Final, la Mano se Levanta"

 El octágono de la UFC se está calentando con un tiro de palabras que ya se siente en el ambiente como la salsa en un buen taco al pastor. El buen Charles Oliveira, ese gallo brasileño que no se anda por las ramas, ya le puso un estate quieto al Ilia Topuria, ese chamaco que anda de hablador y que, según él, va a venir a poner orden. Pero, ¡aguas!, que el "Do Bronx" ya le tiró un par de indirectas bien directas, de esas que calan hasta el tuétano.

Charles Oliveira (imagen: www.cnss.gov.lb)

Topuria, con esa labia que se carga, anda diciendo por ahí que le va a dar una buena friega a Oliveira, que le va a poner una madriza, que lo va a dejar viendo estrellas. Pero el buen Charles, que no es ningún novato en estas lides, ya le respondió con la experiencia de quien ha visto más de una "telenovela" de estas en el octágono. Con una calma que raya en la insolencia, Oliveira le dejó claro al "Matador" que lo que diga el pico, no cambia nada. Es como cuando uno va al tianguis y el marchante te dice que la fruta es la mejor, pero tú ya sabes que al final, el sabor es el que manda.

"Soy un problema para cualquiera con quien vaya a pelear", soltó Oliveira, así, sin pelos en la lengua. Y es que el vato no miente. Tiene unas manos que son puro dinamita y un jiu-jitsu que te enreda como la tripa en el alambre de púas. Lo que dice Topuria, para Oliveira, es puro choro mareador. Esas palabras se las lleva el viento, como el humo de un cigarro en una cantina. Él, a lo suyo, a lo que sabe hacer: subir al ring y dejar el alma, porque al final del día, lo que cuenta es el mero mole, la acción, no el chismorreo.

Esta bronca verbal ya la hemos visto un montón de veces, ¿verdad? Es como el clásico pleito de barrio donde todos gritan y prometen, pero al final, solo uno es el que se lleva la lana o el que se queda con la última chela. Oliveira lo sabe, lo ha vivido. Ha visto a muchos "perros que ladran y no muerden", a muchos habladores que se inflan como globos y a la hora de los trancazos, se desinflan más rápido que un balón ponchado.

Oliveira / Topuria (imagen: bloodyelbow.com)

El brasileño, con esa sabiduría que le dan los años y los golpes, recordó que "muchos dijeron muchas cosas y ya sabes lo que pasó al final". ¡Pum! Directo a la yugular. Esas palabras son como un gancho al hígado para Topuria. Porque si algo tiene Charles, es la experiencia de haber callado bocas, de haberle puesto el freno a la matraca de varios que se sentían los reyes del octágono. Al final, en este circo de las patadas y los puñetazos, lo que cuenta es la mano levantada, el brazo en alto, el triunfo en la cara del que se atrevió a retar.

La cita es el 28 de junio en la T-Mobile Arena de Las Vegas, y ya se siente la lumbre. La gente ya está con el morbo a flor de piel, queriendo ver si Topuria cumple lo que promete, o si Charles Oliveira le dará una cucharada de su propio chocolate, de ese amargo que te deja el gusto a derrota. Porque una cosa es andar cacareando por ahí, y otra muy diferente es subirse al octágono y bailar al son que te toque el "Do Bronx".

Así que, mis estimados, prepárense para una noche de emociones fuertes, de esas que te ponen los pelos de punta. Porque en este jale del UFC, la verdad se sabe a punta de golpes, y Charles Oliveira ya dejó claro que no le tiene miedo a los gallitos que andan cacareando. Él va por lo suyo, por la victoria, por dejarle en claro a Topuria y a todos los que dudan, quién es el mero mero. Y es que, como dicen por ahí, "del dicho al hecho, hay mucho trecho", y en el mundo de las artes marciales mixtas, ese trecho se recorre a puro puñetazo, patada y llave. ¡Ahí nos vemos, banda, a ver quién es el que sale con el brazo en alto y quién con la cola entre las patas!

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