Mira, para contar esta historia hay que echarse un cafecito, porque Loopy Godínez no es cualquier hija de vecino. La morra no solo se sube al octágono como si fuera a cotorrear en la esquina, sino que además representa lo que muchos sienten: ganas de rifarse por México… y sí, a veces también de ir al baño en pleno tiro. Pero vámonos por partes.
La UFC es un monstruo, eso lo sabe cualquiera que se haya echado un combate por lo menos una vez. Es un escenario que no perdona, donde cada segundo puede ser el último. Y en ese mundo lleno de golpes, sangre, y decisiones divididas, aparece esta morra: María Guadalupe Godínez, mejor conocida como Loopy. Una mexicana-canadiense que no se anda con mamadas.
Nació en Aguascalientes, pero desde morrita se fue con la familia al gabacho, más específicamente a Canadá. Ahí creció, ahí entrenó, y ahí se curtió como peleadora. Pero a pesar de todo, nunca se olvidó de sus raíces. Habla español con el tono de quien sigue escuchando Vicente Fernández en domingo y dice "órale" sin que se le atore la lengua.
Este 2025 regresó a México, ahora sí con todos los reflectores encima. UFC México. El evento estaba que ardía. Enfrente tenía a Julia Polastri, una brasileña que no es ninguna novata. Pero Loopy traía algo más: traía hambre, traía orgullo, y traía, bueno… unas ganas de ir al baño que se volvieron virales.
Y es que neta, ¿quién no se ha aguantado las ganas en el peor momento? Solo que a diferencia de uno, Loopy lo hizo mientras se madreaba con otra morra en frente de miles. Después del combate, en vez de andar de diva, la morra lo dijo sin pelos en la lengua: “Me quería ir al baño, por eso terminé rápido”. Boom. Leyenda.
Pero no todo es cotorreo. Lo que hizo Loopy en el octágono fue arte. Le metió presión a Polastri desde el primer segundo, la llevó al suelo, la controló, y no la dejó respirar. Fue un clinic de grappling, como dicen los conocedores. Y lo hizo con técnica, corazón, y ese fuego que solo los que vienen de abajo traen.
Ahora, no es la primera vez que esta guerrera se luce. Ya lleva rato en la UFC, y aunque no siempre ha ganado, siempre ha dado espectáculo. Y eso pesa más que una racha invicta. Porque Loopy no se raja. Puede perder un round, pero nunca el respeto.
Muchos dirán: “Ay, pero es canadiense”. Sí, sí, nació en México pero creció en Canadá. Pero eso no borra lo que es. En cada pelea entra con la bandera tricolor. Habla español en las entrevistas. Y lo más importante: se siente mexicana. ¿Cuántos pueden decir eso con la mano en el corazón?
Además, hay que decirlo: las mujeres en la UFC la tienen más difícil. No por falta de talento, sino por toda esa banda que todavía cree que esto es solo pa’ vatos. Pero Loopy viene a cambiar ese cuento. No solo es una peleadora de élite, sino también un símbolo para todas esas morritas que quieren meterse al deporte sin pedir permiso.
Otra cosa chida es cómo conecta con la banda. No es de esas celebridades que se suben al ladrillo. Loopy contesta en redes, sube memes, se ríe de sí misma. No la ves actuando como si fuera de porcelana. Es raza, pues. Y eso vale un chingo hoy en día.
Volviendo a la pelea con Polastri, fue más que una victoria. Fue un mensaje: México también tiene guerreras. Y cuando una de ellas gana en casa, el grito se escucha en todos lados. El evento estaba hasta el tronco, la gente gritaba como si estuvieran en el Azteca, y cuando levantaron la mano de Loopy, se nos enchinó la piel.
Y sí, todos recordamos la parte del baño. No mames, cómo no. Esas cosas se quedan en la historia. Pero que no se nos olvide que esa morra ganó. Peleó, dominó y venció. Lo del baño fue anécdota, lo del corazón fue lo importante.
Ahora vienen nuevos retos. La división paja está cabrona, llena de bestias. Pero si alguien tiene lo que se necesita, es esta mexicana. Técnica tiene, huevos (sí, huevos), disciplina y sobre todo, hambre. Hambre de seguir creciendo, de callar bocas y de demostrar que México también exporta guerreras, no solo boxeadores.
Así que ya sabes. Si no conocías a Loopy Godínez, este es el momento. Échale ojo a sus peleas, síguela en redes, y date cuenta que no todas las heroínas usan capa. Algunas usan guantes de 4 onzas y se avientan a los madrazos sin miedo.
Y cuando te digan que alguien se cagó en una pelea, diles que sí, pero que también ganó. Porque lo uno no quita lo otro, y Loopy lo demostró. Así, como buena mexicana: aguantando vara, sin miedo al éxito… y con ganas de orinar.
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