Óscar de la Hoya vs. Dana White: El tiro que se está cocinando fuera del ring

 Hay pleitos que empiezan con un empujón, otros con un mal golpe, y algunos, como este, con palabras bien pesadas y miradas de "no me caes". Así está el pedo entre Óscar de la Hoya, el Golden Boy del boxeo, y Dana White, el mero mero de la UFC. No es nuevo que se tiren con todo, pero lo que se está cocinando en 2025 ya suena a guerra sin guantes. Y no, no es una pelea en el cuadrilátero... es una bronca de poder, de lana y de territorio: el boxeo.

Oscar de la Hoya / Dana White (foto: www.sportsjoe.ie)

Óscar de la Hoya no se ha quedado callado ni un segundo. El vato ya lleva rato tirándole a Dana White cada vez que puede, pero ahora la cosa se puso más candente que carne al carbón. ¿La razón? Dana está metiendo su cuchara en el boxeo con su nueva compañía Zuffa Boxing, y eso a Óscar le ha picado el orgullo. Según el Golden Boy, el boxeo no necesita a Dana White, y si llega a entrarle como empresario, se va a topar con pared… y con varios costalazos legales, logísticos y, por qué no, personales.

Para Óscar, el boxeo es sagrado. Él viene del barrio, de los rounds, del sudor y de la sangre. Fue campeón, ídolo, y después se volvió promotor con Golden Boy Promotions. A diferencia de Dana, que construyó la UFC desde el escritorio, Óscar siente que él sí conoce el negocio desde adentro, desde que se bajaba con la nariz rota y los guantes empapados. Por eso, cuando escucha que Dana quiere meter a sus peleadores al box sin saber cómo se maneja la mafia del boxeo, se enchila. Dice que no es lo mismo vender madrazos en jaula que organizar una pelea de campeonato del CMB. Y no es cualquier crítica: de la Hoya suelta que con Dana en el boxeo, “nadie va a pelear por centavos”.

Y ese comentario trae filo. Porque si algo ha sonado fuerte estos años es la queja de que en la UFC los peleadores ganan una madre. Muchos han tronado, han salido a hablar y a tirarle a Dana por eso. Óscar no es el primero en decirlo, pero sí uno de los más frontales. Básicamente lo acusa de querer explotar el boxeo como ha hecho con el MMA, donde los luchadores se rifan como si fuera la guerra y se llevan una propina mientras la UFC se lleva el pastel completo.

Pero no todo es coraje de barrio. Óscar también tiene miedo de perder su terreno. Porque por más que critique, sabe que Dana no es cualquier empresario. El vato convirtió una empresa en bancarrota en un emporio mundial. Sabe vender, sabe hacer escándalo, y tiene de su lado a millones de fans que no se pierden una función, aunque sea puro circo. Eso lo convierte en un rival peligroso… y no precisamente con los guantes puestos.

Oscar de la Hoya (foto: bolavip.com)

Del lado de Dana White, las cosas son distintas. Él no ha salido a gritar ni a aventar indirectas como de la Hoya. Pero tampoco se queda callado. Dana es de los que actúa más que habla. Ya anunció que Zuffa Boxing viene con todo, que quiere revolucionar el boxeo y traer un sistema más organizado, más transparente y con mejores condiciones para los peleadores. Suena bonito, pero muchos lo ven como puro jarabe de pico.

Y es que Dana tiene fama de controlador. En la UFC, él es el patrón. Nadie se mueve sin su permiso. Maneja los contratos, las bolsas, los patrocinios. Tiene una maquinaria de promoción tremenda, pero también ha sido criticado por limitar la libertad de los luchadores. Óscar teme que eso lo quiera replicar en el boxeo, donde históricamente los peleadores tienen más independencia… bueno, al menos en teoría, porque la neta hay promotores que son peores que cualquier mafioso.

Otra razón por la que el Golden Boy está tan encendido es porque esto no es nuevo. Ya han tenido broncas antes. En 2017, cuando Conor McGregor se rifó un tiro con Mayweather, de la Hoya salió a decir que era una burla para el boxeo. Y Dana lo mandó por un tubo. Desde entonces han intercambiado insultos, burlas y hasta se han retado a pelear… aunque eso sí, puro choro.

En entrevistas recientes, de la Hoya soltó que Dana no tiene idea de lo que se necesita para organizar una pelea de boxeo. Que no es sólo poner a dos vatos a pegarse y ya. Que el boxeo tiene reglamentos, organismos, reglas de peso, rankings, contratos más enredados que novela de narcos. También dijo que los boxeadores no van a aceptar pelear por cacahuates, que si Dana quiere entrarle, tiene que pagar como se debe. Aquí no hay sueldos de cinco mil dólares por pelear en la cartelera preliminar.

El problema es que el boxeo, aunque romántico, también está lleno de vicios. Peleas arregladas, jueces vendidos, cinturones sin valor, promotores que inflan récords. Dana dice que él viene a cambiar eso. Quiere que el boxeo tenga más organización, más espectáculo, y sobre todo, más control. Pero eso, para alguien como Óscar, suena a amenaza.

Dana White (foto: www.foxnews.com)

Porque si bien Dana puede ofrecer estructura, también puede acaparar todo. Hacer que los peleadores firmen contratos esclavizantes, limitar sus opciones, y sobre todo, quitarle el poder a los promotores clásicos. Eso es lo que más le pica a de la Hoya: que le quiten el negocio.

Ahora, si uno se pone a ver las cosas fríamente, ambos tienen razón… y también tienen cola que les pisen. Óscar critica, pero él también ha tenido sus escándalos: peleas canceladas, contratos turbios, líos personales que han afectado su imagen. Dana, por su parte, maneja la UFC con puño de hierro, y aunque le ha ido bien, sus formas no siempre son las mejores. Ambos son tiburones en el mismo estanque, y ahora se están topando.

Lo más loco de todo esto es que, aunque se odien a muerte, en el fondo saben que se necesitan. Dana no va a entrar al boxeo sin pelearse con los promotores. Y de la Hoya, si quiere sobrevivir en esta nueva era, tiene que adaptarse a lo que viene. Porque el mundo del deporte está cambiando. La gente quiere espectáculo, redes sociales, contenido viral. Ya no basta con poner una buena pelea, ahora se necesita show, polémica, drama. Y en eso, Dana es un maestro.

Mientras tanto, la pelea fuera del ring sigue. Los medios lo gozan. Los fans se dividen. Algunos le van al viejo boxeo de tradición, al estilo Óscar, con su historia y su linaje. Otros están hartos del desmadre en el boxeo y creen que Dana puede ser la medicina que necesita el deporte. Lo cierto es que si este pleito sigue escalando, no va a tardar en haber más declaraciones, más amenazas, y quizá hasta demandas. Porque cuando hay tanta lana de por medio, nadie se quiere quedar con las manos vacías.

Óscar ya dijo que va a defender el boxeo con todo. Que no va a permitir que lo conviertan en un circo. Que si Dana quiere entrar, va a tener que enfrentarse no sólo a él, sino a todos los que han hecho del boxeo lo que es. Y Dana, como buen bravucón, seguro ya tiene una respuesta lista… aunque se la esté guardando para cuando duela más.

Así que agárrate, porque esta novela va para largo. Y aunque no los veamos subirse al ring, la guerra entre Óscar de la Hoya y Dana White ya está en marcha. Una guerra de declaraciones, de poder, de contratos… y de ver quién se queda con el control del negocio de los trancazos.

Porque al final del día, como en toda buena pelea, sólo puede quedar uno.


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