lexander Volkanovski venció a Diego Lopes en UFC 314

 No manchen, qué nochecita nos regaló la UFC 314. Así, de esas que se quedan tatuadas en la memoria, como cuando te sacas la lotería... pero en adrenalina. La pelea estelar entre Alexander Volkanovski y Diego Lopes fue un auténtico agarrón, de esos que huelen a guerra desde que pisan la jaula. Muchos llegaban pensando que el australiano ya estaba en las últimas, que Diego venía con todo el power latino a destronarlo. Pero nel, el Volk sacó casta, experiencia y, sobre todo, unos madrazos bien puestos que dejaron a más de uno con la boca abierta.

Desde antes de la pelea, el ambiente ya se sentía caliente. Volkanovski venía de perder el cinturón y no andaba muy bien anímicamente. Algunos decían que lo noquearon tan feo en la anterior que hasta le cambiaron el sabor al cereal. Pero aguas, porque este cuate no se rinde fácil. Y Diego, pues sí, joven, con hambre, con ganas de comerse el mundo... pero la jaula no perdona, y menos si te enfrentas a un tipo que ha peleado contra los más pesados del circuito.

El primer round fue pa’ medirse, pa’ tantearse como si fueran dos perros que apenas se huelen. Pero desde ahí ya se notaba que Volkanovski venía más metido que nunca. Movimientos certeros, patadas bien pensadas, y esos jabs que, aunque no tumben, incomodan. Diego respondió, no creas que nomás fue sparring, el morro tiene lo suyo, pero se le notaba el respeto. No es lo mismo pelear en ascenso que enfrentarte a un ex campeón que quiere su revancha con la gloria.

Ya pa’l segundo round, el ritmo subió. Volkanovski dejó de tantear y empezó a castigar. Parecía que cada golpe era una lección, como diciéndole: “Mira, morro, así se pelea en las ligas mayores”. Diego lo intentaba, buscaba los ángulos, pero Volkanovski estaba como cirujano, preciso, cortando los espacios y conectando sin desperdicio. A esas alturas, ya muchos en la arena sabían que la cosa pintaba para paliza.

Tercer round y las cosas se pusieron más serias. Volkanovski, como si fuera un maestro regañando a su alumno por querer adelantarse, lo bajó de su nube. Una derecha que hizo eco en toda la arena fue el principio del fin. Diego, con todo y corazón, trató de resistir, pero ya era claro que la pelea estaba cargándose de un solo lado. No hubo knock-out, eso sí, pero lo que vimos fue una cátedra, una clase maestra de cómo se controla una pelea.

La decisión fue unánime, claro. Los jueces no tenían ni que pensarlo. Volkanovski, con la frente en alto, el cinturón de nuevo en las manos y la mirada como diciendo “les dije que todavía no estaba acabado”. Y pues sí, calló bocas, y no con declaraciones, sino con hechos, con golpes, con táctica y con huevos, la neta.


Y no podemos dejar de hablar de Diego Lopes. El vato no se rajó, fue hasta el final, no se dobló ni pidió esquina. Pero una cosa es tener corazón, y otra es tener colmillo. Y ahí fue donde falló. La experiencia de Volkanovski fue la diferencia. Diego aprenderá, seguro. Tiene futuro, pero le tocó bailar con la más fea, y esa fea se llama Alexander Volkanovski, que regresó como el perro alfa.

Todo esto en un UFC 314 que venía cargadito de buen cartel. Pero esta pelea fue la joya de la noche. Y cómo no, si traía la historia del regreso, del veterano vs el joven, del “aún no estoy acabado” vs el “ya te toca el retiro”. Y el veterano ganó.

En redes sociales, el tiro fue tendencia. En X (antes Twitter), todos comentaban la precisión de Volkanovski, lo perdido que se vio Diego por momentos, y hasta memes salieron, porque no hay victoria sin su buena tanda de burlas, aunque la neta, respeto pa’ Diego por aguantar. En Instagram, los highlights se viralizaron en chinga, y los análisis no se hicieron esperar. Que si fue la estrategia, que si Diego se quemó rápido, que si Volkanovski volvió a su prime… cada quien sacó su teoría, pero la realidad fue una: ganó el que tenía que ganar.

La UFC no ha dicho qué sigue para Volkanovski, pero con esta victoria, ya muchos lo quieren ver en una revancha con Topuria, o enfrentando a otro contendiente top. El tipo demostró que todavía le queda gasolina en el tanque. Y ojo, porque no es cualquier gasolina, es premium.

Sobre Diego, seguramente volverá. Tiene todo para hacerlo. Pero va a tener que trabajar duro, ajustar su juego, meterle coco, porque talento tiene, pero esto es UFC, no cualquier liga de barrio. Aquí un descuido te cuesta la noche, el ranking y hasta los dientes.

Lo que nos dejó esta pelea es claro: nunca subestimes a un peleador con hambre de redención. Volkanovski no solo venció a Diego, venció a las críticas, al tiempo, al bajón mental. Se reinventó, volvió al ruedo, y lo hizo con estilo. Nada de andar pidiendo perdón, fue directo al grano, como se hace cuando sabes lo que vales.

Y mientras algunos esperaban que esta fuera la despedida del australiano, él les dijo: “Nel, aún no es mi hora, carnal”. Porque así es el deporte, y más el MMA: impredecible, brutal, hermoso. Una noche puedes caer, pero si sabes levantarte, el mundo se vuelve a rendir ante ti. Y eso hizo Volkanovski en UFC 314.

Y como decimos acá: el Diego se rifó, pero el Volk se lo chingó.


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