¡No Manches! ¿Se nos va "Bones" Jones? El Rey de la Jaula le dice "Ahí muere" a la UFC

 ¡Qué tranza, banda! Agárrense porque la notica de hoy nos dejó con el ojo cuadrado y el corazón apachurrado. Imagínense que un día te levantas, te echas tu cafecito de olla, y de repente ves que Jon "Bones" Jones, ese vato que parece sacado de una película de superhéroes, el mero mero petatero de las artes marciales mixtas, ¡dice que cuelga los guantes! Sí, así como lo oyen, el campeón de peso completo de la UFC, el que muchos consideran el GOAT (el más grande de todos los tiempos) de este desmadre, le echó tierrita a su carrera.

Jon "Bones" Jones (imagen: us.clarosports.com)

La neta, la noticia cayó como balde de agua fría en todo el mundo de las MMA. Era de esperarse que un día pasara, ¿verdad? Pero uno nunca está preparado para que la leyenda se haga a un lado. Si uno se pone a pensar, la carrera de Jones ha sido un verdadero carrusel de emociones, de esas que te suben y te bajan, pero siempre te dejan con la adrenalina a tope. Ha sido el "enfant terrible" y el genio al mismo tiempo, el que te sacaba el coraje y la admiración en la misma movida.

Desde que este güey puso un pie en el octágono, sabíamos que estábamos viendo algo especial. No era el típico peleador; su estilo era de otro planeta, impredecible, con codos que parecían misiles y unas patadas que te dejaban viendo estrellitas. Se paseó por la división semicompleta como Pedro por su casa, y cuando subió a los pesos completos, pues la cosa no cambió. Agarró el cinturón y le demostró al mundo que no había nadie que le hiciera sombra. Era como si la gravedad no le afectara o tuviera un chip especial en el cerebro que le permitía anticipar cada movimiento de su rival. ¡Una chulada de peleador, la neta!

Pero no todo fue miel sobre hojuelas, mis compas. Jon Jones es de esos personajes que vive al filo de la navaja. Su vida fuera de la jaula ha sido un verdadero circo, con escándalos que le daban la vuelta al mundo y que le costaron no solo multas, sino también suspensiones y hasta la pérdida de sus títulos. Manejar borracho, problemas con la ley, sustancias prohibidas... ¡Uff! Un rosario de broncas que, por un lado, empañaban su imagen, pero por el otro, lo hacían más humano, más terrenal. Era como el vecino que sabes que es un genio, pero también es un desmadre. Esas situaciones nos hacían pensar si de verdad este vato tenía los tornillos bien puestos, o si simplemente le valía gorro el qué dirán. Y es que, ¿quién no ha tenido un amigo así? De esos que te sacan canas verdes, pero a la hora de la verdad, sabes que son una joya. Con Jones era igual, a pesar de sus deslices, cuando entraba a la jaula, se transformaba y nos recordaba por qué era el número uno.

Los que le tiraban mierda, los haters como les dicen ahora, tenían su gasolina para alimentar el fuego. Le tiraban con todo, que si era un tramposo, que si no merecía el título, que si su carrera estaba manchada. Pero "Bones" siempre tuvo esa actitud de "me vale madres lo que piensen". Se burlaba de sus críticos, los retaba y les respondía con lo que mejor sabía hacer: ganar en la jaula. Era como si cada insulto lo hiciera más fuerte, cada crítica le diera más energía para machacar a sus oponentes. Y vaya que los machacaba. Sus victorias no eran de chiripa; eran palizas, dominios absolutos. Te dejaba claro quién mandaba y quién era el dueño de la noche.

Jon "Bones" Jones (imagen: theufcnews.com)

Y bueno, lo de su retiro ya se venía cocinando desde hace rato. Los mensajes que anduvo soltando en sus redes sociales, medio enigmáticos, medio indirectos, ya daban un aire a despedida. "Los que me odian, les juro que los quiero a todos", o "Me he ganado el derecho a vivir la vida de la que siempre he soñado". Palabras que sonaban a un capítulo que se cierra, a un libro que llega a su fin. Es como cuando el novio te dice "te amo mucho, pero no eres tú, soy yo", y ya sabes que se viene el adiós.

El vato ya había conquistado todo lo que tenía que conquistar. Los cinturones ya los tenía colgados en la sala de su casa, los récords los había pulverizado uno tras otro. ¿Qué más le quedaba por demostrar? Ya había peleado contra los mejores, los había vencido y los había humillado. Lo que hacía dentro de la jaula ya no era un reto, era una rutina. Y como dice el dicho: "después de la cumbre, solo queda bajar".

Ahora, con este retiro, el trono de peso completo queda vacío, como un pastelito recién horneado esperando a ser devorado. Y el que ya anda echando ojo y perfilándose para ser el nuevo rey es Tom Aspinall. El vato ya se sentía dueño de la corona interina, y ahora con la salida de Jones, pues es el que más suena para quedarse con el cinturón mayor. Es como cuando el gerente de la empresa se jubila y el subgerente ya se anda frotando las manos para el ascenso. La gente ya quiere ver a Aspinall subirse al ring y demostrar que está hecho para grandes cosas. ¡A ver si no le queda grande el saco! La neta, la división de peso completo se va a poner buena. Va a haber tiro, y del bueno.

El legado de Jon Jones es indiscutible. Más allá de sus broncas, de sus dimes y diretes, de sus metidas de pata, lo que hizo en el octágono es para quitarse el sombrero. Es el tipo que revolucionó el deporte, que puso la vara altísima, y que nos hizo creer que lo imposible, a veces, es solo una cuestión de perspectiva. Su técnica, su inteligencia, su capacidad para adaptarse a cualquier situación en la pelea, lo hacen único. No es solo un peleador, es un artista marcial, un estratega, un visionario. Los récords que dejó, los rivales que venció, la manera en que dominó dos categorías de peso, son cosas que difícilmente se van a repetir.

Y sí, es triste verlo partir. Es como cuando tu serie favorita se acaba y te deja ese hueco en el pecho. Pero también es de sabios reconocer cuándo es el momento de decir adiós. Jon Jones se va en la cima, como los grandes. No se esperó a que lo revolcaran, a que lo sacaran a patadas. Él decidió cuándo era el momento de bajarle de huevos y de disfrutar de lo que ha construido.

Así que, mis estimados, solo nos queda agradecerle a "Bones" por tantos años de emoción, por tantas noches de insomnio pegados a la pantalla, por tantos gritos y por tantas sorpresas. Nos dejó un montón de recuerdos, de esos que se quedan grabados en la memoria para siempre. Se va una leyenda, un "crack", un "cabrón" en el buen sentido de la palabra. Y aunque lo vamos a extrañar un chingo, también sabemos que su nombre ya está escrito con letras de oro en la historia de las MMA.

Ahora, ¿qué sigue para Jon Jones? Quién sabe. A lo mejor se pone un negocio de carnitas, o se mete a actor, o se convierte en gurú motivacional. Lo que sí es seguro es que el vato no se va a quedar quieto. Es un espíritu inquieto, un alma que siempre está buscando algo más. Y nosotros, los aficionados, estaremos al pendiente, con la esperanza de que un día, en una de esas, nos regale otra sorpresa. Porque con "Bones", nunca se sabe.


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